Saliste de tu tierra
encandilado.
Por las luces que a lo lejos
tintinean.
Buscando libertades sin
fronteras.
Otras madres, que acojan tu
tristeza.
Llegas a la vista de esas
luces.
Separado por un mar
impenitente.
Apoyado en el tallo de
espinas que te frena.
Al final, está el
fulgor que te marea.
Si tu esfuerzo cruza esa
frontera.
Llegarás, a la luz
abrasadora del destino.
Podrás seguir camino.
O quedar cegado, como la
polilla,
que muere poco a poco,
chocando en la linterna.
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